La idea que tenemos hoy de las energías solar y eólica es una planta de paneles fotovoltaicos o grandes molinos de viento. Pero estas instalaciones no son factibles para ciertas actividades donde se necesita un aporte energético circunstancial. En estos casos la electricidad se suele obtener de combustibles fósiles, como el diésel, que se transporta en bidones o tanques. Sin embargo, el abaratamiento de la tecnología solar y eólica está abriendo una nueva puerta.
Al ser menores los costes están surgiendo sistemas que se pueden instalar fácilmente y desmantelar para ser transportados y utilizados en otro lugar. Es un concepto nuevo, de energías renovables móviles, que entra en juego cuando acarrear los tanques de diésel es demasiado caro o simplemente no es viable hacerlo.
El motivo suele ser la orografía y la falta de infraestructuras. Como muchas iniciativas tecnológicas, el uso de energías renovables móviles tiene su origen en el ámbito militar. En zonas de conflicto, el ejército de Estados Unidos necesitaba un aporte energético que normalmente satisfacía con diésel. Pero si estos no podían llegar hasta la zona se necesitaban otras formas de conseguir electricidad.
Pronto se pensó que estos paneles solares móviles y estos sistemas eólicos podían servir para otros propósitos. Las energías renovables móviles podían marcar la diferencia en zonas sin acceso a la red eléctrica. Se ha pensado para campamentos de refugiados o para áreas donde no hay infraestructuras, como un proyecto en Nigeria que instaló sistemas de este tipo en un lugar alejado de las carreteras para hacer posible la provisión de agua potable.
Otro de los ejemplos de uso tiene que ver con una actividad económica muy concreta, como es la explotación minera. Antes de explotar una veta de mineral hay que encontrarla y para eso hay que desplazarse a la zona e inspeccionar. Este trabajo necesita energía, como no podía ser de otra forma, pero muchas veces se desarrolla en zonas agrestes, aisladas, donde es difícil llevar depósitos de diésel. En ocasiones no pueden acceder los camiones y hay que transportar el combustible mediante helicóptero.
Aquí es donde entran las energías renovables móviles, para ahorrar costes. Tampoco valen las soluciones tradicionales de renovables, porque son inversiones a 25 años. Y es que la búsqueda no asegura que vaya a haber veta y, aunque la haya, no se puede garantizar que los trabajos vayan a durar todo este periodo de tiempo. Por eso se necesitan soluciones flexibles, cuyo esfuerzo de instalación y desmantelado no sea alto y que se puedan reinstalar en una nueva localización cuando se necesite.