La energía renovable es la clave para lograr la soberanía energética de México, es decir, satisfacer las necesidades de energía de la mayor parte de la población y con recursos propios.
Actualmente, más del 40% de los hogares del país están en situación de pobreza energética, es decir, no cuenta con los recursos energéticos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas o destinan una parte elevada de sus ingresos a este rubro. Esta situación es parte de los cimientos de la desigualdad en México.
Frente a este problema, los gobiernos federales (incluyendo enfáticamente al que encabeza Andrés Manuel López Obrador) han apostado a la energía fósil, haciendo del petróleo (altamente contaminante, cada vez más escaso y con menos calidad y valor comercial) su mayor fuente de energía y de economía.
La caída del precio del petróleo por el COVID-19 y la crisis climática que atravesamos demuestra que eso tiene que cambiar. ¿Hacia dónde? La respuesta es: los renovables.
Las fuentes renovables son energía accesible, limpia y suficiente que puede mejorar sustancialmente la calidad de vida de la población y frenar el cambio climático. Además son una alternativa que está totalmente a nuestro alcance, ya que México cuenta con abundantes recursos solares y eólicos, suficientes para generar 100% de la energía consumida anualmente en el país, e incluso podría existir un excedente que podría ser exportado, de acuerdo con el reporte de El potencial renovable de México. La soberanía energética que no se ve, de Greenpeace.
En México, al cierre de 2015 la capacidad instalada de generación mediante energías renovables se incrementó 6.6% respecto al periodo 2014, llegando a los 17 mil 140.4 MW, lo cual representó el 25.2% de la capacidad de generación total, de acuerdo con el informe Prospectiva de Energías Renovables 2016-2030, de la Secretaría de Energía.
La energía hidroeléctrica y la eólica representan el 80% de la capacidad instalada en energías limpias. Entre 2005 y 2015, la energía eólica ha presentado la mayor expansión en capacidad instalada con el 104.7% anual, pero la energía hidráulica presenta la mayor concentración en la participación total de capacidad instalada con fuentes renovables.
La Sener pronosticó que para 2030, las energías renovables adicionarían 24 mil 296.5 MW a la capacidad total y tendrán en conjunto poco más del 32% de la generación de energía eléctrica total.
Otra razón para preferir los renovables es que sus precios han mostrado una tendencia a la baja constante durante la última década, es decir, son más baratos para el Estado. Esta tendencia continuaría con la masificación de la producción, sin embargo, actualmente el costo de instalación de un sistema fotovoltaico sigue siendo uno de los obstáculos más grandes para su acceso.
El Estado tiene que adoptar una participación proactiva en la generación de mecanismos de financiamiento para fomentar el acceso a este tipo de tecnologías, esto puede conseguirse reenfocando los recursos destinados a subsidiar la electricidad generada a partir de combustibles fósiles y trasladarlo al financiamiento.
Nuestro papel como ciudadanía es exigir al gobierno que elija la mejor opción para el abastecimiento de los recursos de la mayoría de la población: la alternativa más económica, con mayor potencial y que respete nuestro derecho a vivir en un ambiente sano.